jueves, 15 de marzo de 2012

Roma al tempo de Caravaggio en el Palazzo Venezia


Comisariada por Rosella Vodret y visitada ya por cientos de miles de personas la exposición Roma al tempo de Caravaggio no ha pasado desapercibida para el público y para la crítica. Quizás lo más espectacular y discutible sea su montaje realizado por el escenógrafo teatral Luigi Pizzi y en el que se han invertido más de 450.000 euros. Se han recreado in situ, dentro del palazzo Venezia, los altares que escenifican la remembranza de la visión de los lienzos monumentales de las iglesias. El efeco no deja de tener teatralidad y si funciona por lo potente y sorpresivo en las primeras salas, termina siendo repetitivo y concluye por banalizar el entorno, ya de por sí con personalidad propia. La entrada es toda una declaración de principios al encontrarse mano a mano La Virgen del Loreto de Anibale Carracci con la de Caravaggio de 1604. Un duelo apasionante que muestra la corriene clasicista versus naturalista. Más la exposición trae a colación la reflexión que hacía Wittkower. ¿No será más moderno Carracci? En cualquier caso la muestra es apabullante en sus más de 150 obras que quizás por su número tan excesivo no permiten concentrarse en la calidad de un menor número de obras que expliquen con mayor intensidad el debate y los caminos que se recorren en este momento por Roma.


Sorprendente es la atribución a Caravaggio de un San Agustín que salió a subasta en una sala de subastas de Barcelona y que ahora está en manos de un conocido marchante inglés. La pintura es de calidad pero creo que es una atribución arriesgada porque no hay relaciones claras con la obra de Caravaggio. En cualquier caso la exposición es una ocasión única para reencontrarse con los genios que confluyen en la ciudad eterna (Borgianni, Cavarozzi, Gentileschi, Reni, entre otros) y donde se dieron cita y están presentes maestros españoles como Luis Tristán, Maino o el Joven Ribera, al que poco a poco se le va dando luz.

sábado, 10 de marzo de 2012

Los arcángeles no canónicos de las Clarisas de Carmona


Viven en el claustro de las Clarisas de Carmona. Allí entre los muros de ese convento que te hace retroceder en el tiempo y pensar que estás en la Nueva España se encuentran en una capilla en la que coronando el altar se pueden apreciar tres ángeles canónicos: Miguel, Rafael y Gabriel junto a los no canónicos: Uriel, Sealtiel, Jeudiel y Barachiel. Cobraron fortuna tras la publicación del libro de Antonio Duca, De Septem Principum Angelorum Orationibus Libellus que vio la luz en 1594. Pero fueron sobre todo las estampas de los hermanos Wierix los que difundieron su imagen. Como ha estudiado Virgilio Pinto Crespo y Natividad Sánchez Esteban la iglesia católica se resistió a aceptar a los no canónicos abriendo la inquisición procesos a artistas que usaron estampas con leyendas como la citada de Wierix. A pesar de ello tanto en Sevilla como en el Nuevo Mundo se difundieron notablemente en series que eran exportadas y fabricadas en los Obradores sevillanos tal y como podéis ver en mi tesis doctoral La Pintura Andaluza del siglo XVII y sus fuentes grabadas. El caso de Carmona es especialmente interesante por presentarlos con sus atributos correspondientes. En las series de pinturas aparecen en ocasiones el significado de sus mensajes: Miguel "Quis sicut Deus", Gabriel "Fortitudo Dei", Rafael "Medicina Dei", Uriel "Lumen Dei", Sealtiel "Petitio Dei", Jeudiel "Iaus sue confessio Dei", Barachiel "Benedicto Dei". Es un tesoro para todos que en este claustro de Carmona se conserve esta iconografía de valores tangibles e intangibles importantes.