domingo, 29 de abril de 2012

La Sagrada Familia de Cavarozzi del Centro Velázquez

La reciente reaparición en la pasada edición de la Feria Internacional de Arte de Maastricht de la otra versión de la Sagrada Familia con San Juanito de Bartolomeo Cavarozzi, procedente del Palazzo Spinola de Génova, nos brinda ocasión de comparar ambas obras y reafirmar lo importante que fue para Sevilla la adquisición de la otra versión de la Sagrada Familia pintada por Cavarozzi problemente hacia 1620 en su estancia española.
La pintura que adquirió la Fundación Focus-Abengoa para el Centro Velázquez procedía de una colección privada Barcelonesa y nunca había sido vista desde que la publicó Alfonso Pérez Sánchez en su estudio sobre Borgianni, Cavarozzi y Nardi en España en 1964. Esta fue la razón por la cual cuando Danile Sanguineti presentó la obra procedente de Génova y entonces en la colección Koelliker en la exposición Bartolomeo Cavarozzi. Sacre Famiglie a confronto en Milán en 2005 su juicio sobre la pintura ahora en Sevilla, basado en antiguas fotografías, le hizo ver que se trataba de una copia. Nada más lejos de la realidad como ahora los lectores de este blog pueden comprobar.
Si comparamos la dos obras (la primera la de Focus-Abengoa y la segunda la aparecida en Maastricht) vemos que se trata de dos versiones autógrafas del maestro con diferencias importantes en el tratamiento de algunas figuras y especialmente rica en la fluidez de la pasta en la de Sevilla tras su restauración. Si el rostro de la Virgen parece mucho más estilizado en la pintura que fue de Koelliker, en la de la Fundación Focus advertimos una mayor intensidad y rotundidad volumétrica en el tratamiento de las facciones del San José. Hasta el punto de apreciar que la mano que se advierte perdida y en sombras en la pintura Koelliker es mucho más densa y contundente en la pintura de Sevilla. Esto nos advierte las variaciones entre ambas pinturas y la seguridad de que ninguna de las dos son copias sino derivaciones del propio Cavarozzi de un tema que cobró fortuna y en el que se especializó como pudo verse en la exposición de Milán de 2005. Otra variación se advierte en el ropaje blanco que cae sobre las piernas del Niño Jesús. Este tiene una mayor fuerza en el cuadro Koelliker, incluso en una mayor atención a los detalles de los plegados. En ambas obras resulta impactante el tratamiento de las hojas y malezas de primer término. Su factura -totalmente caravaggiesca- ha sido abordada por Cavarozzi siguiendo los postulados y el eco de la pintura del maestro. Esto es lo que va a aprender Velázquez y esta es la razón por la que esta pintura cobra sentido en la Sevilla del primer tercio del XVII. Ese mismo tratamiento es el que se advierte en el San Juan Bautista de la Catedral de Toledo que se ha venido atribuyendo a Caravaggio. Cada vez somos más los historiadores que nos inclinamos a ver el San Juan Bautista de la Catedral de Toledo como una obra maestra de Bartolomeo Cavarozzi. Y es que queda mucho por estudiar y por interpretar del fascinante mundo caravaggiesco que tanta luz dio a los artistas españoles y especialmente a Velázquez. El hecho de que Cavarozzi estuviera en España y el que cada vez encontremos más obras suyas en nuestro territorio, indican lo importante que fue la penetración del naturalismo, no ya solo por Caravaggio, sino por los italianos que siguieron su senda y que se convirtieron en guía para los artistas más precoces como lo fue Velázquez en sus años sevillanos.