Solo después de este largo silencio, he tenido fuerzas para hacer lo que más deseaba: ver el cuadro de Yale. La atención especial y cordial de Laurence Kanter, conservador jefe de pintura europea de la Yale University Art Gallery, nos llevó ante el objeto de nuestro viaje: a New Haven para ver la Educación de la Virgen. Hoy he manifestado en El País mis vivencias ante esta monumental obra en un artículo de opinión. Puedo hablar desde el conocimiento del lienzo y la realidad. La pintura es de Velázquez en sus años de juventud y sobre todo presenta muchos elementos claves para entender su técnica en los primeros años, a pesar del mal estado de conservación hasta el que ha llegado a nosotros y difícilmente puede considerarse de un imitador. La pincelada es inconfundible en algunas partes como ya adelantamos en otras entradas. El taller de la universidad de Yale es de los más prestigiosos y hay un deseo absoluto de escuchar a todos los especialistas para que haya unanimidad en el proceso a seguir en la restauración de la obra. El problema es que la pintura sufrió en el pasado violentas intervenciones por sus multiples traslados. Fue doblada e incluso una forración antigua con procesos abrasivos, literalmente hicieron que su materia pictórica fuera aplastada hasta tal punto que en algunas zonas las lagunas son notables y es casi plana en materia pictórica. De todos modos no creo que sea irreversible y hay ejemplos de lienzos de Velázquez que han sufrido y se han podido devolver a la vida, como por ejemplo La imposición de la casulla a San Ildefonso tras su restauración en los talleres del Museo del Prado. Todo depende del proceso, y en este sentido estoy convencido de que se optará por el método mejor para el lienzo, que en algunas partes como la manga del ángel o la frente de San Joaquín está puro. Lo más importante es que, tras ver la tela directamente, pienso que se trata con seguridad de obra del artista que intenta desde sus primeros años monumentalizar la pintura del mismo tema de Juan de Roelas conservada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, pero afrontando el tema de una forma radicalmente diferente como señaló Marciari en su artículo en Ars Magazine. Tenía una deuda con vosotros y he querido participaros mi ilusión y mi esperanza por este tema, que estoy seguro no ha terminado aquí. Nos queda todavía mucho camino por recorrer, pero siempre es fascinante reencontrarse con Velázquez y con todo lo que le llevó a pintar por el natural desde fechas tan trempranas como 1617 recién salido del obrador de su maestro Francisco Pacheco e intentando seguir las formas de Luis Tristán en los plegados de la Santa Ana. De hecho hay mucho de su técnica en esta pintura así como de Pacheco, como también de su proceso de aprendizaje y lo cerca que está de la Inmaculada de la Fundación Focus-Abengoa, como ya adelantamos hace meses también desde este blog. Seguiremos compartiendo nuestras impresiones.